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Esas personitas, que me dan ánimos todos los días:

domingo, 25 de diciembre de 2011

Capítulo 7

Sentados en la arena, ella apoya su cabeza sobre el pecho de él, este la rodea con sus brazos, miran el mar, los dos sonríen a la vez. Están empapados y en ropa interior, el sol no les calienta ni los seca.
-Esto es increíble-Dice Alba.
-¿Solo increíble? Maravilloso.
-Más que eso pero hace frío, como coja un resfriado será por tu culpa, por querer que me bañase contigo.-Bromea Alba.
-A merecido la pena ¿no?.
-Sí, pero me estoy helando. -Óscar coge su chaqueta de cuero y se la coloca a Alba sobre sus hombros.
-Ahora ya todo es perfecto.
-Gracias-Dice esta que se gira y le abraza, permanece con su cabeza sobre el hombro de él, y él, abrazado a ella. Él le sujeta la cara y la besa, sus labios saben a sal.
-Te quiero.-le susurra Alba al oído, no obtiene respuesta.
-¿Qué hora es?-Le pregunta este. Alba pega un brinco y mira su reloj, que por suerte era acuático.
-¡Mierda! Son las dos y media...¡Mi madre me mata! Me tengo que ir...
-Te quedas.
-¿Cómo?
-Llama a tu madre y dile que no vas a comer.
-Está bien...pero ¿y si no me deja?.
-No vas de todas formas-Alba le mira con el ceño fruncido pero hace lo que le ha dicho, se inventa la excusa de que se ha encontrado con Emma y que se han ido a comer una pizza por ahí, la madre le da permiso.
-Me ha dado permiso-Dice volviéndose a acurrucar en su cuerpo.-¿Pero qué vamos a comer?
-Ya verás.-Le dice Óscar que la aprieta más contra su cuerpo, no la quiere soltar, la necesita consigo. Se quedan así un rato hasta que se secan, después, se visten, Alba se sube a caballito de Óscar y así la lleva hasta su moto, los dos se suben y dejan atrás ese increíble lugar. Pronto, detrás de otros acantilados, aparece un pueblo marinero, hay pocas casitas, y están pintadas de distintos colores cada una, es acogedor, todo parece muy tranquilo.
-¿Vamos a comer aquí?.
-Sí-La moto para, y los dos bajan.-¿Has comido alguna vez una hamburguesa de este pueblo?.-Alba niega con la cabeza.
-Pues son las mejores, ven ya verás.-Óscar la coge de la mano y la lleva hasta la entrada de una casita amarilla, al lado de la puerta hay un banco de piedra donde dos señoras mayores charlan alegremente.-Buenos días, María.-Dice Óscar, una de las señoras la más alta deja de hablar y gira la cabeza.
-¡Óscar! Hola, ¿qué tal?.
-Muy bien, Me preguntaba si me podrías preparar dos de tus riquísimas hamburguesas-Le pide este sonriendo.
-¡Por supuesto, ahora mismo! Pasa.-Dice María que entra en su casa seguida de Alba y Óscar.
-¿Es tu abuela?-Pregunta Alba.
-No, ni de broma, no me gustan los viejos, nunca me han gustado, pero esta señora, esta señora es una excepción.-Llegan a la cocina y la señora les entrega dos hamburguesas una a Alba y otra a Óscar.-Muchas gracias María.-Dice mientras los tres salen
-De nada, ya sabes, vuelve cuando quieras, y pasarlo bien, que después te haces viejo y ya no puedes disfrutar de...en fin ya me entendeis-Dice esta riéndose mientra Óscar y Alba se van.-Adiós bonita.
-Mima...es peor que yo-Dice Óscar.
-Me ha parecido muy simpática-Dice Alba, mientras se dirigen hacie la moto.
-Si la metieras en una discoteca, provocaría más que una tía joven.-Óscar vuelve a coger de la mano a Alba, esta sonríe feliz.-No vamos a ir en moto, vamos andando. Alba y él, andan hasta una cala cerca del pueblo.
-¿Vamos a comer aquí?.
-Sí, ¿Te gusta?.
-Mucho, enserio, Óscar, eres increíble.-Óscar se queda callado-¿Te ocurre algo?
-No, nada.
-Ah, vale -Le digo algo bonito y no me responde ni dice nada, piensa Alba. Silencio.
-Siéntate.-Los dos se sientan en la orilla, mojándose los pies. Óscar le entrega una hamburguesa. Alba comienza a comerla.
-Dios, ¡está buenísima!.
-Te dije que lo estaría.-Los dos comen, en silencio, de vez en cuando dicen algo o se ríen, pero solo cosas sin importancia, cuando acaban se secan los pies y se van, los dos suben a la moto y emprenden el viaje de vuelta a casa. Esta vez, Alba lleva los ojos abiertos, Óscar no le pone la venda. Dejan atrás el pueblo y la espectacular playa y siguen la carretera que serpentea entre los acantilados, un solo giro de ruedas en falso y la moto se cae por la pendiente. Alba observa el mar, infinito, no acaba, la brisa y el olor a sal aún se percibe desde esa altura. Óscar, subido a la moto, lleva puesta su chaqueta de cuero y las gafas Ray Ban en los ojos. Alba se estruja en su espalda, huele la chaqueta de cuero, huele a cuero, naturalmente, pero también al olor de Óscar, le encanta. Su pelo, sin ningún gorro, vuela libre con el viento. Cierra los ojos por si sola, y deja que el aire fresco de invierno le golpee la cara, demasiado frío, vuelve a abrir los ojos y observa el paisaje, increíble. El trayecto continúa sin ningún problema. Pronto los acantilados quedan atrás, y la tierra lisa se abre ante ellos, ya no se ve el mar, solo un río, en seguida llegan a la ciudad, al portal de Alba, los dos se bajan de la moto.
-Gracias por este día.
-Alba, si ha sido maravilloso es por qué has estado tú.-Óscar se acerca a ella y la besa, Alba se deja besar, le encanta que la bese, él le encanta. Ninguno de los dos se da cuenta, de que alguien los está viendo desde la ventana.

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